jueves, 14 de octubre de 2010

Joel Correa (1792-1838)


Como pocas figuras en la historia de Chile, ha generado diversas interpretaciones sobre mi personalidad y sobre mi rol político que jugué en la constitución de la naciente república.

Por un lado, desde el día siguiente de mi muerte, se fue construyendo una imagen tradicional sobre mi figura, inspirada en el reconocimiento emblemático de un hombre de forja de sólidos ideales de patriotismo y honestidad política, de porte noble y firme hidalguía. Mi imagen que supo pensar la política en la teoría y fui capaz de aplicarle a la realidad de la sociedad chilena. Muchas de estas interpretaciones se han basado incluso en la iconografía de mi y en la reflexión sobre la figura portaliana retratada por el arte. No obstante, los nuevos trabajos historiográficos respaldados por la abundancia de documentos y fuentes antes no utilizados por los investigadores, han hecho surgir nuevas interpretaciones críticas de mi, donde se reevalúa mi aporte en el ámbito del derecho y la política y donde yo soy situado en su contexto y en su perspectiva humana.

El período de la historia de Chile llamado “portaliano” se sitúa a partir de 1830, después de una década de ensayos constitucionales y políticos. Fue una época caracterizada por los gobiernos autoritarios que postulaban un ideario político de orden y obediencia de la sociedad civil frente a la autoridad. La actividad política estuvo centrada en las alianzas estratégicas tendientes a obtener el favor y apoyo de la aristocracia y los sectores poderosos de la Iglesia Católica.

Junto con mis concepciones políticas, mi vida personal, así como las trágicas circunstancias de mi muerte, han sido también motivo de interés y estudio. Mi pensamiento político y mi visión de mi mundo están expresados en un epistolario y reflexiones y constituye una fuente privilegiada para el conocimiento mi vida privada de que he tenido un gran peso simbólico en la historia de Chile.